LA REBELIÓN DE PICO

A los Encuentros Mundiales de las Familias

Muy buenos días aspirantes a padres adoptivos:
(Cada año, en el día del niño, el reformatorio ponía en adopción a los mejores chicos. El año pasado, Raúl fue el primero en ser concedido, su habilidad era guardar silencio un día entero. Ahora Pico y su capacidad para mantenerse dos días seguidos masturbándose en silencio, sin comer ni beber un vaso de agua, lo trazaron en el puesto número uno de la lista.)
Me enteré de que obtuvieron altas calificaciones en las pruebas, más en las de conciencia. Lo cual, me pone en una situación difícil por la decisión que he tomado.
(Las familias, también pasan pruebas, algunas tan bizarras como salvar a un perrito de un edificio en llamas.)
Agradezco el permiso que se me ha brindado de ser quien nombre los ganadores de esta contienda.
(Tradicionalmente, algún vigilante del reformatorio se paraba frente al público y se echaba un discurso antes de entregar al mejor chico, esta vez a Pico se le concedió pronunciar el suyo.)
Entiendan, vivo en este reformatorio desde que tengo memoria, la cual es casi nula, pues la adormecen los vigilantes con frases como “no es cierto, jamás hicimos eso” y los que no viven aquí con “compréndelos, ponte en sus zapatos”. Si me atrevo hablar sobre los años de incomunicación, abandono, o bien, de los chistes a mi persona, los insultos u otras mierdas… Entonces me tachan de Traidor Familiar. Puedo ser el animal en su cautiverio mientras no ruja demasiado.
(Pico los alarmó, ellos no esperaban que se quejara, los padres se miraban los unos a los otros sin saber si reír o llorar, tanta masturbación quizás le hizo fluir más sangre al cerebro de la autorizable.)
Sentí en cada uno la falta o sobra de algo: o eran fríos o excesivamente cariñosos, algunos acertadamente cariñosos pero poco inteligentes, otros tan inteligentes que han optado por perder la vida social …

(Unos abrazaron a sus esposas, patearon bajo la silla el osito de peluche rosa, los más tontos sacaron una calculadora, algunos más fingieron llamadas telefónicas donde se les invitaba a fiestas municipales.)

Luego caí en cuenta, no eran ustedes, sino yo: la infancia, mi costumbre a la orfandad, la distancia con los transmisores de convencionalismos generacionales…
(Pico los paralizó.)
Su campaña ha sido formidable, pero se ha realizado demasiado tarde, olvidé las nociones de autoridad, respeto, herencia y otros, AMÁNDOME. Por lo que, me niego a reconocer una paternidad, a facilitar la responsabilidad aterradora que significaría ser fraternal conmigo, a que viole sus normas y muerda las manos con las que intentarían darme de comer.
(Los aturdió.)
Decido ser huérfano o hijo de mi imaginación. Ya mantengo una buena comunicación conmigo, soy autodidacta en cuanto quiero o necesito, si lloro me acompaño atentamente, sin censura privada ni exhibición pública; soy amoroso, me abrazo, acaricio, beso, me masturbo, soy incestuoso… ¡La autopaternidad perfecta!
(La muchedumbre se montó murmurante.)
Estoy seguro de que ustedes entenderán mi elección, han sido hijos, y sino, confíen en mí.

(Pico retiró su gran humanidad, su diminuto cuerpo de siete años, del micrófono, mientras las mujeres chillaban sobre el pecho de sus maridos y daban alaridos tales como “yo sólo quería ser su madre”.)